Fui a ver a Bob Dylan en San Diego y sobra decir que fue todo un acontecimiento. El repertorio fluctuó entre temas recientes de discos como Modern Times y obviamente Tempest, así como temas clásicos como “Tangle up in blue”, “It ain’t me, babe”, “Visions of Johanna” y, para cerrar, “Blowin’ in the wind”. Por primera vez vi a un Dylan condescendiente con sus fans, con esporádicas sonrisas y extraños y hasta cierto punto enternecedores bailes sobre el escenario, pasando del piano a la armónica y la guitarra eléctrica. El público lo ovacionaba, pedía más pero no era suficiente. La gente aún quiere a Bob Dylan, aún lo estima. Ir a verlo a sus ya 71 años fue un recordatorio de que Dylan continúa reinventándose, sin dejar de ser él mismo. Nunca decepcionante, siempre magistral. Toda una experiencia. ~
Entrevista a Enrique Olvera “Ir hacia delante sin perder el pasado”
Al final de la década de los noventa la cocina mexicana estaba recién salida de una renovación, y solíamos llamarla “nueva cocina mexicana”. Al comienzo de este siglo, Enrique Olvera (Ciudad…
Vuelta a Copilco
A diez años de la huelga, y de su libro Allá en el campus grande (Tusquets, 2000), sigue usted siendo muy crítico de la UNAM. ¿Nada ha cambiado? Bueno, soy…
Terrorismo viejo y nuevo
Entre las imágenes de las semanas posteriores a los atentados del 11 de septiembre, hubo dos que me afectaron particularmente. En la primera, una mujer anglosajona en evidente estado de…
El calentamiento global, al desnudo
Como todo cuento, el del calentamiento global del planeta causado por el hombre tiene un comienzo. O varios (esto sucede a menudo con los cuentos populares, como ya advertía Vladimir Propp).…
RELACIONADAS
NOTAS AL PIE
AUTORES