Mi casa me es tan imprescindible como un árbol,
Ni humilde ni lujosa, un laberinto en el espacio
En que las cosas hablan de un sentido
Y revelan su quemante sueño de mundo,
Y abro las puertas mudo al visitante
Todos los días con la paz y el viento…
Cierro los ojos y escucho las murmuraciones
Incitantes de estas cosas inertes pero con vida,
Y una pálida luz violeta o azul expande
Mi certeza de que todo el Universo aquí despliega
Sus orillas, y en su compás mi centro.
Entonces la casa gira diminuta, y yo en ella
Con mi mente acomodo las cosas
Hablándoles de un ritmo, una función y un esplendor. ~
Agustín Fernández Mallo, físico y escritor
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