Señor director:
En el número 21 de Letras Libres, Gabriel Zaid (“Citas acumulables”) dice que citar es asumir una tradición, y cita a Bernardo de Chartres: “Somos como enanos trepados en gigantes”. Después, dedica casi todo su interesante artículo a las citas en el campo científico. Pero antes había dicho que “el deseo de ser citado parece moderno, quizá del siglo xviii”. Es una observación muy pertinente. Clive Stephen Lewis (La imagen del mundo. Introducción a la literatura medieval y renacentista) escribió que “sentimos la tentación de decir que la actividad típica del autor medieval casi consistía en retocar cosas que ya existían, como Chaucer retocó a Boccaccio y Malory narraciones francesas en prosa que, a su vez, habían retocado canciones en verso anteriores. […]
“La originalidad que nosotros consideramos señal de riqueza a ellos les habría parecido confesión de pobreza. […]
“Y lo paradójico es que precisamente esa renuncia a la originalidad es la que revela la auténtica originalidad que poseen”.
En esta línea estaba Zaid en su artículo del número 18 (“Citas abusivas”): “Todo texto citado, por definición, está fuera de contexto. Está en el curso de un segundo discurso que no es el original”. Y coincide con la de Hannah Arendt (“Walter Benjamin”): “un escritor cuyo mayor orgullo era que la escritura consistiera en su mayor parte en citas: la técnica de mosaico más extravagante que pudiera imaginarse… […] El trabajo principal consistía en arrancar los fragmentos de su contexto y darles una nueva disposición, de tal manera que se ilustraban unos a otros y probaban su raison d’etre en total libertad. Era una especie de montaje surrealista”.
Whitehead había dicho que toda la filosofía occidental es una glosa de Platón. Es que la mayor parte de las humanidades consiste en reelaboraciones de nuestra herencia cultural, con lo que volvemos a la obra colectiva de los autores medievales (y a los gigantes). El estudio de las citas es importante para entender el rumiar de la cultura y la adjudicación de significados en función de la reelaboración y de las cambiantes circunstancias, por lo que el aporte de Gabriel Zaid a la citología me parece digno de aprecio. –
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