Señor director:
Escribo desde Venezuela y cuando observo lo que Villoro es capaz de hacer con una fotografía [Letras Libres no. 83], cuando termino de leer su excelente novela El Testigo, me embarga una especie de vergüenza ajena por los “distinguidos” miembros del Premio Rómulo Gallegos a quienes Villoro sólo les sirvió para colocarlo en la lista de los oscuros finalistas mientras se premiaba a un escritor español muy menor pero que había hablado bien de la manoseada revolución chavista. En Venezuela hay una legión de lectores clandestinos que reconocen a Villoro como heredero de esa magnífica literatura que es la mexicana. –
Xavier Villaurrutia: una experiencia latinoamericana
Xavier Villaurrutia ya alcanzó ese estado de la gloria –al menos en México– que suele ofrecer la quietud herrumbrosa del cuarto de los trastos, cuyo contenido no se toca, por ese temor –que…
Una España agitada
"España", de Michael Reid, sirve como un espejo donde observar los avatares recientes de un país demasiado agitado, hoy roto por la crispación y dividido en dos bloques que parecen condenados…
De mafias buenas y mafias malas
Bien dice el dicho: no hagas cosas buenas que parezcan malas. Primero fue Sheridan, el domingo 18 de abril, en el suplemento cultural El Ángel del periódico Reforma, con una…
El sueño de las baterías
Bolivia tiene el privilegio –o la desgracia– de poseer la mayor reserva mundial de lo que muchos llaman el "metal del futuro".
RELACIONADAS
NOTAS AL PIE
AUTORES