Crónica del desastre

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 Viernes 11 de marzo

 

Comíamos en un restaurante del norte de Kioto cuando se registró este diálogo con una amiga de México en mi iPhone, a las 15:27 del 11 de marzo:

–¿Tembló? ¿Están bien?

–No sentimos nada. Pero aquí tiembla todos los días; no sé por qué a veces es noticia.

–7.9 Richter. No es cualquier cosa.

–En Japón no miden con Richter. Quítale tres puntos.

De verdad no habíamos sentido nada. En las mesas vecinas no se mostraban signos de preocupación ni se hablaba del asunto. Tampoco en la calle. Pero en Twitter salían mensajes de alarma. Llamamos a amigos de Kioto: no sabían. El viejo del estanquillo vecino a casa tampoco tenía idea.

Solo nos dimos cuenta de la magnitud del desastre al llegar a casa. Un sismo de 8.9, grados, dicen, y un tsunami que había azotado Ibaraki, Miyagi y Aomori, en el noreste de Honshu, la isla principal de Japón. El aeropuerto de Sendai hundido. Dos incendios en Chiba y Tokio. Ocho muertos. Réplicas constantes. En la televisión la misma ola inmensa abatía una y otra vez la costa, rebasaba los muros, arrastraba autos y casas. Imaginamos al editor del noticiero en el momento de atar un nudo de la memoria colectiva. El reporte meteorológico informaba como cualquier día que el tiempo estaría claro en general, con el mapa del tsunami al lado, parpadeando áreas en rojo, naranja y amarillo.

Salimos a cenar a una fonda del barrio. Normalmente tienen una televisión prendida. Estaba apagada. Nadie hablaba de los acontecimientos. Al salir, el dueño, nuestro vecino, nos regaló unos boletos para el teatro Noh.

Alrededor de las 7 de la noche hubo réplicas fuertes, sobre todo en la zona de Fukushima, donde hay dos plantas nucleares. Dicen que no hay peligro aún pero comienzan a evacuar a los habitantes en 2 kilómetros a la redonda. Hay tsunamis en el noreste del país, con olas de 6 y hasta 10 metros.

En Tokio paran los trenes, los autobuses, el sistema de metro y no se consiguen taxis. En la tv y por internet se ven letreros en las calles y estaciones que piden precaución y dan el tiempo que toma ir a pie de estación a estación por tal o cual avenida. La gente debe quedarse en los refugios o caminar para volver a casa. Muchos compran bicicletas.

Se anunció una lista de refugios de emergencia en Tokio para la gente que no pudiera volver a su casa.

Más que la fuerza de la naturaleza, que damos por sentada, nos impresionan la civilidad, la organización y la previsión del desastre. Más que las imágenes del tsunami, las de los zapatos ordenados a la entrada de los refugios. Nos dormimos pensando en la bolsa de emergencia que los japoneses tienen preparada para un siniestro. Nos hicimos con dos desde el terremoto de Haití.

NHK dice que no hay problemas en la planta nuclear de Fukushima pero por precaución evacúan a la población aledaña.

Se registran réplicas en la zona de Kanto, donde también se sintió el terremoto. Continúan a la medianoche pero con menos fuerza. Las imágenes en la TV repiten lo que sucedió en la tarde.

 

Sábado 12 de marzo

Tuit de un periódico digital mexicano: “Emiten alerta por nivel de radiación en planta nuclear de Kioto.” No hay ninguna planta nuclear en Kioto. Es información mal tomada de CNN.

En la madrugada, otro temblor en la prefectura de Nagano, en el noroeste, del lado del mar interior. En la ciudad de Sakae hay 130 familias aisladas por una gran avalancha. Son más los temblores ese día: 132 en distintas zonas de Japón, según la Agencia Meteorológica.

En la mañana el primer ministro Naoto Kan inspecciona en helicóptero la zona del desastre. Se confirman 202 muertes; la Policía Nacional calcula que son más de 1,000 en la zona afectada. El terremoto, de magnitud 8.9, es el más fuerte registrado en Japón. Se dice que fue 180 veces más fuerte que el de 1995 en Kobe. Kan dice que el tsunami “fue mucho más fuerte de lo que se suponía”, “es una crisis nacional sin
precedente”, “trabajaremos arriesgando la vida”.

La ciudad de Rikuzentakata quedó casi toda sumergida. En la prefectura de Fukushima alrededor de 1,800 casas fueron destruidas por el tsunami. No hay acceso, el agua cubre las ciudades de las costas y no se puede calcular la dimensión de la destrucción.

Una de las plantas nucleares está en el pueblo de Futaba, en la prefectura de Fukushima. Se dice que más del 90% de las casas cercanas a las tres comunidades de la costa fueron bañadas por el tsunami. En la mañana se dice en la prensa que el gobierno del primer ministro ordenó evacuar a los cerca de 3,000 habitantes en un radio de 10 kilómetros a la redonda de la planta nuclear. Con el terremoto, la corriente eléctrica fue suspendida automáticamente para evitar incendios o mayores desastres, por lo tanto el sistema de refrigeración no funciona y se acumula el vapor radiactivo. Se necesita enfriarlo para ventilar la planta y así reducir la presión del reactor. Se detectan niveles de radiación ocho veces mayores a los normales en la planta nuclear número 1. Y en la planta número 2, el sistema de refrigeración también tiene fallas. Pero no hay mayor información. Insisten en que la evacuación es por precaución.

Se anunció una lista de refugios de emergencia en Tokio para la gente que no pudiera volver a su casa.

Poco después la cifra de muertes sube a 287 en las nueve prefecturas afectadas; hay más de 1,000 personas perdidas. El gobierno informa de una explosión en una de las plantas nucleares de Fukushima. Es un reactor en la planta número 1. Hay cuatro trabajadores heridos y la sustancia que emana es cesio: se produce durante una reacción nuclear en cadena.

A las 5:50 p.m. se anuncia una conferencia de prensa del gobierno para informar del asunto. Habían dicho que se evacuaría a gente en un radio de 3 km alrededor de la planta. Aumenta a 10 km. El nivel de radiación se desconoce aún. Piden calma.

Hay seis reactores nucleares en la planta de Fukushima, el número 1 fue declarado en emergencia ayer. El 2, hoy sábado. Piden a los vecinos cubrirse la boca con una toalla, una mascarilla o un pañuelo, no beber agua del grifo y apagar la calefacción. Luego se amplía el radio de evacuación a 20 km.

Son confusos los anuncios sobre los cortes de luz que habrá a partir del lunes en Tokio y su área metropolitana. Se comienza a hablar de la llegada de rescatistas, médicos y técnicos de otros países, nada de ayuda en especie.

No puede uno evitar pensar que la región de Tohoku golpeada por el oleaje es el escenario de las “Sendas de Oku” de Matsuo Basho, que tradujeron Hayashiya y Paz en 1954. Basho emprendió ese viaje para ver la bahía de Matsushima, uno de los tres grandes escenarios naturales de Japón, que aparece en muchos grabados y poemas. ¿Cómo habrá quedado?

 

Domingo 13 de marzo

Cada pocos minutos aparecen registros actualizados de los temblores y su intensidad. Durante los cinco días previos al tsunami había temblado por lo menos nueve veces en la misma zona, en magnitudes de 5 a 6.

Se anuncia un mapa de la distribución de albergues y comida en las zonas afectadas.

Naoto Kan dice que puede liberarse más material radiactivo y habrá que evacuar un radio de 20 km en torno a las plantas y no salir de casa en uno de 30. Sigue inyectándose agua de mar a los reactores, pese a lo peligroso de la situación.

El vocero del gobierno, Edano, da más detalles: Hay fuego en el reactor número 4 de la planta 1 y se liberan sustancias radiactivas. En el reactor 2 no hay muchas posibilidades de una explosión. Se sigue inyectando agua en los reactores 1, 2 y 3, para enfriarlos. Los niveles de radiación que se han liberado, a partir de ahora, en las cercanías del reactor, pueden afectar la salud. El gabinete entero decidirá las medidas necesarias. El contenedor quizá está muy dañado. No hay peligro “prácticamente” de un nuevo incendio en los reactores. Los niveles de radiación no son dañinos a una gran distancia, dice ahora. Nombra las comunidades que están en el área de peligro.

Los expertos dicen que el nivel de radiación es peligroso en el área de evacuación, con un mínimo de exposición.

 

Lunes 14 de marzo

Se anuncia que despertó un volcán, en Kyushu. Después no vuelve a hablarse del asunto.

El primer comunicado de la Oficina Meteorológica prevé réplicas de hasta magnitud 7, con 70% de probabilidad, hasta el 16 de marzo hacia las 10 a.m.

Y otra vez tiembla con fuerza en gran parte del territorio. Se recomienda tener abiertas las ventanas.

Al entrar a Facebook-Japón empiezan a salir avisos en inglés de Tepco, para extranjeros residentes y turistas, sobre el programa de cortes de luz de tres horas en las nueve prefecturas afectadas. En NHK, Edano anuncia que la presión del reactor 1 de la planta nuclear 1 de Fukushima es estable.

Se habla de otro Tsunami con olas de 5 metros pero no se puede acceder a la página que avisa para confirmarlo. Poco después hay una transmisión en vivo del tsunami. Dicen que el nivel del mar cambió.

En la Planta de Fukushima se ha escuchado una explosión, al parecer en el reactor 3. Pero en la TV solo hablan de la evacuación por un tsunami en Ofunato, en la prefectura de Iwate. Después suspenden la alarma. El número de heridos en la planta nuclear se eleva a once, dice NHK.

Se avisa que los cortes eléctricos ocasionarán falta de agua en Tokio. Aun en Kioto, donde el sismo apenas se percibió, las casas han apagado sus luces. A mucha gente en Twitter le admira que no haya noticias de vandalismo. Una amiga japonesa se sorprende. “¿De verdad pasa eso en sus países?”

Algunas empresas en Tokio empiezan a trasladar a sus empleados extranjeros a Osaka y otras ciudades o a Corea y otros países vecinos. En parte es reflejo de la fantasía de la destrucción atómica masiva con que especulan los medios extranjeros, distraídos de los millones de desamparados que necesitan ayuda.

Shirakawa, del Banco Central, declara que el terremoto no ha dañado gravemente el sistema financiero japonés y anuncia medidas para asegurar el flujo de efectivo y la estabilidad de las instituciones financieras.

 

Martes 15 de marzo

La embajada de México en Tokio ofrece apoyo a los mexicanos para salir de la zona de riesgo hacia lugares más seguros. En Osaka vemos a un amigo de Tokio. Recibió el primer terremoto en un piso 23: “Me quedé pasmado viendo los edificios que oscilaban y pensé: un bosque
de bambúes.”

En los titulares extranjeros se menciona Chernóbil con insistencia, pese a que muchos expertos aclaran que las plantas son muy distintas y la posibilidad de un desastre similar es nula.

Conferencia de prensa: hubo una explosión en el edificio del reactor 2 de la planta 2 de Fukushima. Es la primera vez que el gobierno habla de “una situación grave” desde que comenzó la crisis en las plantas nucleares. Se dice que los niveles de radiación están aún bajo límites tolerables.

La Oficina Meteorológica avisa que no habrá “viento fuerte” esta mañana. Prevén evacuar a los trabajadores de la planta por precaución ante los niveles de radiación.

En NHK, la empresa que maneja la planta, Tepco (Tokyo Electric Power Co.), acepta que el accidente es diferente a los del inicio de la crisis. Pero la conferencia de prensa es preocupante. Comienzan por decir que están muy avergonzados y ofrecen disculpas pero no responden a las preguntas específicas de los reporteros sobre el grado de peligrosidad. No puede uno sino sentirse tentado a pensar que la posibilidad de que haya fugas de radiactividad es más alta de lo que dicen los técnicos.

Vuelven a dar información meteorológica sobre la dirección del viento: sopla hacia el sur, hacia donde se traslada la gente de la zona afectada.

La embajada de Francia declara que partículas radiactivas pueden llegar a Tokio en diez horas.

Los japoneses que seguimos en Twitter comienzan a insistir en que están preocupados porque no duerme el portavoz, y dicen: “Edano, duerme; Kan, despierta.”
 

Miércoles 16 de marzo

Un vecino de tres años le da a Monse una grulla de papel. Signo de solidaridad. La trae en el bolso.

El gobierno pide no hacer compras de pánico. Hay abasto para las tiendas de Tokio y el área metropolitana.

En la madrugada hay otra vez fuego en el reactor 4 y radiación elevada que impide acercarse. Extienden el área de evacuación a 30 km. Se anuncian más apagones para racionar energía en nueve prefecturas.

En Twitter, ecos en la prensa internacional, noticias de hace dos días pasan por novedades. Se insiste en una evacuación del reactor por radiación que nunca ocurrió: fue cancelada a las 11:30. Varios políticos europeos siguen mencionando Chernóbil. Francia afirma que la situación es más grave de lo que dicen los japoneses. La embajada de Estados Unidos en cambio afirma que no hay por qué temer la radiación en Tokio.

Hay tres buenas noticias: se extingue el incendio y la radiación baja mucho (esto será temporal) y miles de personas que se daban por perdidas aparecen en los refugios. Se cuentan 3,373 muertos, alrededor de 7,500 desaparecidos y 440,000 personas evacuadas y en refugios.

Nieve en zonas del terremoto y tsunami. Miyagi se viste de blanco. También en Kioto cae nieve.

Dos taxistas le hacen descuento a Monse. “¿Por qué?”, pregunta. “Es difícil estar aquí”, dice uno. El otro: “En su país estarán preocupados.”

 

Jueves 17 de marzo

Baja la temperatura mucho: 1ºC en Kioto, -6º en la zona afectada, bajo la nieve. Los helicópteros comienzan a echar agua sobre los reactores.

La embajada anuncia que fletará un vuelo chárter para los mexicanos de las zonas afectadas que deseen salir.

El emperador da un mensaje para expresar su solidaridad con los damnificados. Es un mensaje grabado horas antes, que en los diarios aparece en páginas interiores.

Cobra fuerza en Twitter y varios blogs una campaña de residentes extranjeros en Tokio contra el amarillismo de la prensa internacional. Muchos explican por qué no se irán de Tokio. El novelista Ryu Murakami publica un artículo en el mismo sentido. Contraste significativo: mientras afuera se obsesionan con el Apocalipsis, los japoneses hablan de reconstruir. Pero algunos periodistas extranjeros se informan por la prensa extranjera. Un grupo enviado por la televisión mexicana llega a Tokio y se regresa a México a las pocas horas, temeroso de la radiación, que es menor ahí que en Roma, y nula en el sur de la isla. Estados Unidos recomienda no acercarse a 80 kilómetros de Fukushima; Tokio está a 224 kilómetros de ahí.

No hay falta de alimentos. Hay lentitud para suministrar las tiendas que algunos histéricos vacían. En donde estamos, el centro de Japón, a dos horas de Tokio en tren, todo es normal, salvo por las brigadas que recaudan dinero. Muchos extranjeros lamentamos que familiares y amigos estén alarmados por la información. Pareciera que todo Japón es zona de desastre, pero en la mayor parte del país la vida transcurre normalmente. En Tokio, con los recortes de energía, los problemas son mucho menores a los de cualquier ciudad latinoamericana en tiempos normales.

Hablamos con Eikichi Hayashiya, que tradujo con Octavio Paz a Basho. Tiene 90 años. Está bien.

–Ánimo, embajador.

–¡Eso nunca nos falta!

Ríe.

 

Viernes 18 de marzo

La energía eléctrica que alimenta los sistemas de refrigeración de los reactores comienza a reinstalarse. La oficina del primer ministro anuncia que avanzan los trabajos de reconstrucción de caminos.

A una semana de la catástrofe, se sabe ya que este es el mayor desastre natural registrado en la historia de Japón, con el mayor número de víctimas desde la Segunda Guerra Mundial. 6,911 muertos y 10,754 desaparecidos, según los últimos datos. Ojalá no haya que sumar a ellos los cincuenta trabajadores empeñados en controlar el fuego en los reactores y que han declarado que están dispuestos a dar la vida para salvar la situación.

El primer ministro da un mensaje a la nación, en el que ofrece condolencias a las familias de los muertos y a los damnificados, agradece el apoyo internacional y encomia la solidaridad comunitaria del pueblo japonés. Dice que la situación en la planta es aún incierta pero pide no desesperar. El mensaje podría resumirse así: “No hay lugar para el pesimismo: nos hemos visto obligados a reconstruir otras veces y lo haremos de nuevo, entre todos.” ~

 

Esta crónica está hecha a partir de lo que fuimos publicando en Twitter.
La información vertida en ella, por esa razón, corresponde a la que circulaba en cada momento.


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