Energía, pasión, humor, ironía, ingenio, compromiso: estas son las cualidades de Die Baumwollpflücker (Los pizcadores de algodón) que atrapan al lector de principio a fin. Es el primer libro que apareció bajo el nombre de B. Traven en Alemania. Se publicó como serie en el periódico socialista Vorwärts durante los meses de junio y julio de 1925. Después de las turbulencias políticas que siguieron a la Primera Guerra Mundial en 1918 y la hiperinflación en 1923 y 1924, la República de Weimar –establecida en 1919– había alcanzado un nivel de estabilidad política y económica. Una nueva generación de lectores había surgido con el desarrollo de los clubes de lectura, a la par de una nueva generación de escritores como Thomas Mann y Franz Kafka. Los lectores estaban listos para algo nuevo y diferente. Los pizcadores de algodón surgió de la nada, de un autor desconocido de un país lejano.
La serie posteriormente fue publicada como libro por Buchmeister-Verlag –una subsidiaria del club de lectura Büchergilde Gutenberg (Gremio del Libro de Gutenberg) asociada al movimiento obrero alemán– en mayo de 1926 bajo el título de Der Wobbly (El wobbly). El título alude al apodo que recibe un miembro de la Industrial Workers of the World (IWW), un sindicato de trabajadores. La característica distintiva de la IWW (que fue fundada en Chicago en 1905 y todavía existe) es que abarca varios países y varios oficios con un fuerte sesgo socialista. Desde sus inicios la IWW se hizo notoria como organizadora de huelgas, agitaciones y campañas. El narrador en primera persona de la novela, alter ego de Traven, es Gerald Gales, un wobbly estadounidense.
Después de vivir en Alemania bajo el nombre de Ret Marut, Traven había llegado a México en julio de 1924 a la edad de 42 años, ya con amplia experiencia. Nació ilegítimo en 1882, hijo de un padre rico y de una actriz; tuvo una educación culta, pero se rebeló contra ella y todo lo que representaba. Se escapó al mar en su adolescencia, se convirtió en marino mercante y vivió en Asia durante un tiempo. En 1907 se encontraba en Alemania trabajando como actor y director de teatro bajo el nombre de Ret Marut, principalmente en Renania. El uso de seudónimos por parte de los actores era completamente normal en ese momento. Después de su muerte en 1969, su esposa y heredera universal Rosa Elena Luján confirmó que su esposo B. Traven era Ret Marut.
Marut dejó Düsseldorf para ir a Múnich en 1915 y pasó del teatro al activismo político como editor y escritor de una revista anarquista, Der Ziegelbrenner, a partir de 1917. Sorprendentemente, después del final de la Primera Guerra Mundial en noviembre de 1918, sus deseos se hicieron realidad cuando un gobierno anarquista dirigido por sus amigos tomó el poder en Baviera en los primeros meses de 1919. Se desempeñó como director de prensa y propaganda de la República Bávara de Consejos en abril de 1919, que fue brutalmente suprimida desde Berlín el 1 de mayo. Marut fue condenado a muerte por haber participado en la República, pero escapó de la ejecución por poco. Describió este episodio en Der Ziegelbrenner, que continuó publicando en la clandestinidad hasta 1921. Marut vivió oculto en Alemania hasta dos años después, cuando huyó a Inglaterra. Fue encarcelado brevemente como extranjero no registrado desde noviembre de 1923 hasta febrero de 1924, cuando fue liberado con la ayuda de miembros de la familia Pankhurst, sufragistas reconocidas.
Después de liberarse, Marut fue deportado. Se fue a México. Eligió Tampico, porque como epicentro del auge petrolero mexicano era popular entre los wobblies migrantes estadounidenses, que no podían encontrar trabajo en los Estados Unidos y hacían causa común con los wobblies mexicanos. Al llegar a Tampico en julio de 1924, Marut estaba dispuesto a aceptar cualquier tipo de trabajo. Intentó varios oficios: pizcar algodón, extracción de petróleo, panadería y pastoreo de ganado.
Cuando trabajaba en Alemania en el teatro y como periodista, había publicado algunos cuentos en revistas y periódicos con poco éxito financiero y crítico. Desde el día en que llegó a México, Marut escribió en distintos cuadernos, algunos en forma de diario. Mientras realizaba trabajos esporádicos, continuó redactando cuentos e intentó publicarlos. Fue entonces cuando se dio cuenta de que sus notas sobre los trabajos que había aceptado para mantenerse con vida podrían formar la base de un libro. Se lo ofreció al periódico Vorwärts, que ya había publicado uno de sus cuentos desde México, y lo editaron como serie.
Como autor, tenía que dar un nombre. Ret Marut era un hombre buscado, que había escapado de la condena a muerte en Baviera, por lo que tuvo que pensar en otro seudónimo. Eligió el nombre de B. Traven. Traven era una ligera modificación de Traum, anagrama de Marut. La letra B. representaba la segunda etapa de su vida. Al final, de hecho, sus años en México representaron aproximadamente la mitad de su vida: después de haber vivido durante 42 años como Marut en Alemania, vivió durante 45 años usando el seudónimo de B. Traven en México hasta su muerte en 1969.
La materia prima de Los pizcadores de algodón reflejaba la realidad laboral de los trabajadores desde su propia mirada. Pero la novela no podría haber sido escrita sin la visión del mundo formada a partir de sus antecedentes familiares y su experiencia laboral como marino, actor, director, periodista y político. Además, había adquirido amplios conocimientos culturales actuando en diferentes papeles y dirigiendo distintas obras durante sus ocho años en el teatro. Traven dijo que “nicht ich bin wichtig sondern meine Werke”: el hombre no es importante, sus obras sí lo son. Hay dignidad en el trabajo, y el trabajo es el hombre. El tipógrafo que preparaba su trabajo para la impresión era tan importante como el escritor, no había nada especialmente creativo en ser escritor. Cada trabajador podía ser creativo por derecho propio.
En el libro, el personaje de Gales describe cada uno de sus trabajos con minucioso detalle como el enfoque dentro de un contexto económico y social más amplio. Es un tour de force literario. Explica cómo se recoge el algodón, el modo en que se elige entre una buena y una mala materia prima, así como lo que se necesita para ser un buen pizcador: fuerza y habilidad. En la industria petrolera, algunas personas pueden arreglárselas mejor que otras y él consigue un trabajo como sustituto del supervisor que está de licencia, porque entiende la naturaleza de la perforación profunda. Cuando trata la panadería, hay una comprensión especial de cuáles son los ingredientes, cómo deben mezclarse y en qué orden y a qué temperatura. El arreo del ganado es aún más complejo. El ganado debe ser seleccionado, luego dispuesto en un lugar al cuidado de perros y vaqueros, y arreado, finalmente, sobre diferentes tipos de terreno. Durante varias semanas, mil cabezas de ganado son llevadas al puerto a través de llanuras, ríos y montañas.
Todos estos trabajos requieren diferentes habilidades, y Gales las domina todas. Si la amplitud del libro la proporcionan estas muy disímiles actividades, su profundidad la otorga el contexto económico y social que Traven describe para cada una de ellas. Los trabajadores son explotados por los patrones y el mercado determina las decisiones de estos. En el caso del algodón, el ganado y el petróleo, los precios fluctúan en función de los mercados mundiales y del ciclo económico. Mientras tanto, el imperativo para los empresarios es minimizar los costos y aprovecharse de la asimetría de una oferta ilimitada de trabajadores que buscan un número limitado de empleos.
Un ejemplo detallado es la panadería de Tampico. Se nos cuenta cómo su propietario, monsieur Doux, y su esposa pasaron de tener una panadería y una cafetería a comprar la casa donde ambos se encuentran. Luego, refiere cómo Doux se ve obligado a lidiar con los sindicatos tanto para los meseros como para los panaderos. Finalmente, los meseros y panaderos lo obligan a aumentar sus salarios.
Una comprensión profunda del riesgo del negocio se proporciona en el arreo de ganado, donde durante varias semanas todo sucede:
Ningún ganadero aseguraba su rebaño. Ninguna compañía de seguros emitiría una póliza excepto a tarifas imposibles. Los bandidos eran un riesgo comercial, al igual que los depósitos, el flete, la alimentación, el riego, los impuestos y las licencias podían serlo en otras regiones. Aquí, los riesgos son ríos, regiones, rutas sin agua, bandidos, jaguares, serpientes de cascabel, cabezas de cobre y, en el peor de los casos, una epidemia de ganado que podría contraerse por el contacto con otros ganados encontrados en la marcha.
Una provocadora anécdota sobre la dignidad del trabajo es la de Jeanne (de soltera Olga), una prostituta alemana que Gales conoce cuando, habiendo ganado algo de dinero, visita un club de juegos de azar en Tampico. Cuando su familia ha perdido todo en la inflación de Weimar, Jeanne gana dinero en Argentina y regresa a Berlín para rescatar a sus padres comprándoles un edificio en Charlottenburg a un precio drásticamente reducido por la inflación, para que puedan vivir del alquiler. Su padre está avergonzado de que el “honor” de la familia haya sido mancillado por su actividad productora de riqueza. Pero Jeanne considera que su actividad es tan honorable como cualquier otra.
La etnia también es un factor constante en el libro. Gales diferencia a sus compañeros pizcadores, algunos de los cuales reaparecen a lo largo de las páginas, por su etnicidad. Sam es un chino y maestro cocinero que logra ser dueño de un restaurante; Abraham es un hombre negro de Nueva Orleans, quien empieza y desarrolla un negocio de pollos; Antonio es un sobreviviente mestizo que pasa de la recolección de algodón a trabajar para monsieur Doux y, después de otra huelga, termina como un bandido que negocia con Gales cuando este es arriero. Gonzalo es mexicano de pura cepa, no sobrevive. Charley, un “negro gigantesco”, es probablemente brasileño y se adapta bien a la recolección de algodón. En todos los casos, Gales, el hombre blanco, recibe salarios y estatus más altos que los demás.
Asimismo, la identidad es importante. Pocos trabajadores tienen identificaciones válidas y esto facilita que sean explotados por sus jefes. Ambas partes se dan cuenta de que los documentos siempre se pueden falsificar, por lo que las leyes de la oferta y la demanda a menudo prevalecen sobre las reglas y regulaciones migratorias. La identidad se convirtió en una constante en los libros de Traven. El héroe de El barco de la muerte es un marinero que se ve obligado a viajar por el mundo sin documentos de identidad, y la cita más famosa de El tesoro de la Sierra Madre es de un hombre que dice ser un policía federal: “Insignias, no tenemos insignias… No tengo que mostrarte ninguna insignia apestosa.”
A lo largo de Los pizcadores de algodón, el wobbly muestra una comprensión irónica, a menudo humorística, de la difícil situación de los trabajadores y las ventajas inherentes de los jefes. Es abiertamente político cuando admite que ha enseñado a sus colegas la canción de los pizcadores –con la que se inicia el libro– y la ha utilizado para motivarlos a hacer huelga por más dinero.
La historia editorial de este libro es sintomática de hacia dónde iría Traven con sus próximos proyectos. Después de la serialización de Los pizcadores de algodón en 1925, el editor de Büchergilde Gutenberg leyó el manuscrito de El barco de la muerte, la obra emblemática de Traven, e inmediatamente lo aceptó para su publicación. El libro fue publicado un mes antes que Los pizcadores de algodón en abril de 1926. Tuvo más éxito y forjó el camino a la fama mundial de Traven.
Una vez que se abrieron las compuertas, Traven escribió por lo menos un libro al año: El tesoro de la Sierra Madre (1927), Tierra de primavera (una descripción antropológica de Chiapas, 1928), Puente en la selva (1929), La rosa blanca (1929), y su epopeya de seis libros en la década de 1930 sobre los campamentos de caoba en Chiapas conocido como “El ciclo de la caoba” (La carreta, Gobierno, Marcha al imperio de la caoba, Trozas, La rebelión de los colgados, El general regresa de la selva). En línea con sus libros posteriores, los editores cambiaron el título de The wobbly a Los pizcadores de algodón en 1929.
Con la energía, la pasión, el humor, la ironía, el ingenio y el compromiso vertidos en Los pizcadores de algodón, Traven había encontrado una manera de novelar el mensaje insistente de Der Ziegelbrenner: la libertad de los oprimidos contra sus opresores.
En Alemania había encontrado su vocación. En México encontró su voz. ~