mezcla de testimonios reales y una historia de ficción, Yo, puta intenta abarcar los matices de la prostitución; cae, desde la primera escena, en los clichés y la doble moral que en teoría también denuncia. Ejemplo del problema: la elección de Denise Richards como álter ego de la periodista, una estudiante de antropología que moja los pies en las aguas de su investigación. Sexy y virgen a los veinticuatro años, seria pero muy arriesgada, Richards es una de las fantasías baratas que echa por tierra cualquier ínfula de investigación. La otra es Daryl Hannah en el papel de su vecina y amiga, nada menos que una puta fina con mucha disposición de ayudar. Los testimonios también tienden trampas, logradas con mañosa edición. – F.S.
Dos poemas
Después de Auschwitz no hay teología: de las chimeneas del Vaticano sube humo blanco señal de que los cardenales eligieron un papa. De los crematorios de Auschwitz sube humo negro señal de que…
Irse de risa (venirse aullando)
Un estudio que hago me lleva a leer remotos escritos hindúes y de los budismos mahayana y vajrayana. Terminé el Cakrasamvara Tantra. The discourse of Sri Heruka que tradujo y editó el erudito…
El azul en la flama, de David Huerta
Bajo la advocación de Gorostiza Hubo tantos poetas, y tan buenos, en la primera mitad del siglo XX mexicano que después la poesía nacional quedó un poco eclipsada,…
El árbol petrificado
El pozo en medio del campo parece una tumba profanada. Con sus raíces trenzadas cinco metros allá abajo, como una pareja de dinosaurios dormidos sobre el río hay dos árboles petrificados…
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