Señor director:
Oportuno, concreto, fuerte: muy buen texto el del señor Fernando García Ramírez (“Indiferencia criminal”, Letras Libres 73, enero 2005, p. 101). Es justo saber que los hombres mexicanos matan al año más de cinco mil mujeres, pero justo también es saber qué les sucede a ellos y a la mayoría de los varones del país. Y es que las mujeres que no son asesinadas son golpeadas, violadas, amenazadas, y a eso hay que agregar el odio a los homosexuales.
Las cinco mil mujeres son sólo la punta de un iceberg, pero debajo de él está algo de lo que México no quiere hablar: un modelo en bancarrota de la masculinidad, del miedo hacia probablemente la propia parte femenina de los hombres mexicanos.
Hay una especie de acuerdo secreto de sólo hablar de las mujeres como víctimas claro, u objetos de servicio en el mejor de los casos pero de no hablar de los hombres. La cultura mexicana, patriarcal, se censura a sí misma eficazmente. Fernando García nos enseña una cara de la moneda, y Letras Libres haría un esfuerzo encomiable al país si rompe el tabú y habla del estado actual de la masculinidad mexicana. Y es que el dogma dice que ser hombre en México es fácil, pero quizá la verdad nos enseñe realidades que queremos quizá negar. Los hombres mexicanos mueren más por causas violentas, perpetran más delitos, llenan más las cárceles, sufren más de adicciones y cometen más suicidios que sus contrapartes femeninas. Y lo peor es que el modelo del “éxito” masculino empieza a ser copiado por más y más mujeres. Si queremos evitar una doble hecatombe debemos no sólo señalar a los hombres mexicanos, sino ver qué les sucede, y en lo posible iniciar una curación de la psique del país. Así juntos, crear nuevos modelos de identidad que no sólo liberen a las mujeres, sino a los hombres. Empezar a hablar de lo impronunciable será el mejor principio. –
Alfredo Narváez Lozano
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