Es seguro que para la mayoría de los mexicanos la bandera nacional simboliza cosas distintas de las que propone el poema “La patria entre mierda” del campechano Sergio Witz. Es un hecho, a la vez, que para nadie la bandera o cualquier otro símbolo podría ser un arma contra la libertad de expresión, condición esencial de la democracia, como por lo visto no sobra recordar. El caso es que el poema de Witz, publicado en 2001 por la revista Criterios, ha tenido repercusiones inesperadas. Movidos por algo que no parece ser más que un trasnochado patrioterismo, tres integrantes de la Asociación Civil “Licenciado Pablo García Montilla” denunciaron la falta que Witz habría cometido (aunque uno de ellos ha declarado que su adhesión obedeció a la insistencia del presidente del grupo y que “no tengo nada contra el poeta”), según ha registrado en El Universal el reportero Carlos Avilés. En el campo jurídico, según muestra el propio Avilés, existiría en el fondo de este caso una contradicción: efectivamente en el Código Penal Federal existe el delito de ultraje a las insignias nacionales, pero, como todo mundo sabe, en la Constitución del país se garantiza la libertad de expresión.
     El asunto ha tenido más bien escasa resonancia en nuestros medios (además de la nota referida, hay un articulo sobre él en La Crónica escrito por Raúl Trejo Delarbre y otro de Jesús Silva-Herzog Márquez en Reforma), pero no ha sido desatendido en el extranjero. The Washington Post envió al periodista Kevin Sullivan a Campeche, el pasado octubre. Allí el reportero entrevistó en su casa a Witz (42 años, padre de dos hijos, autor de varios libros y que ha publicado en la serie “Tierra Adentro” del Conaculta) y al militar retirado Abel Santacruz Menchaca, el denunciante. Witz ha pasado más de dos años en un trajín tortuoso que califica de kafkiano y bajo la amenaza de pasar cuatro años en la cárcel. 
     ¿El poema? Witz ha declarado que lo envió por error a la revista que lo reprodujo. Quiso mandar otro y se confundió. A la vez no tiene dudas al decir que el poema “si se somete a un estudio literario se verá que es malo poéticamente hablando…” Pero tampoco vacila cuando afirma que “la libertad de expresión no puede ni debe tener límites; si no estaríamos en un estado de sitio de la mente”. ¿Qué se dice en el breve poema? Van algunas líneas: “Yo / me seco el orín en la bandera / de mi país, / ese trapo / sobre el que se acuestan / los perros / y que nada representa, / salvo tres colores / y un águila / que me producen / un vómito nacionalista…” Su autor sostiene que lo escribió “profundamente decepcionado por los problemas políticos y sociales que agobian al país”. –
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