Todo comenzó con una grabación que mostraba a un diputado perredista retacándose de billetes ante la feliz complacencia de un empresario corruptor y aficionado al video voyeur. Se desató el escándalo, se desaforó al diputado y se inició un proceso en su contra. Como en México se mete primero a la cárcel y luego se juzga, el ex líder de los asambleístas ingresó al Reclusorio Sur, donde desde entonces se le conoce como “El Tío Bejarano”. El inculpado decidió la hora de su entrega y entró al reclusorio en su propia camioneta, conducida por su chofer y acompañado de su abogado. A todo esto, López Obrador, con su “voz deliberadamente pausada / y yo lo sé falsamente titubeante”, afirmó: “Mi gobierno actuará sin torcer la ley, sin proteger a nadie…” Pero se torció la ley y se protegió al ex brazo derecho del Jefe de Gobierno. A diferencia de los 23,000 presos que sobrepueblan las cárceles del Distrito Federal, a Bejarano se le permite vestir ropa deportiva, disfrutar de la comida que todos los días le lleva su familia, habitar tres celdas interconectadas y alfombradas, dormir en una cama matrimonial, contar con televisión de 21 pulgadas con todo y servicio de cable, con un equipo de sonido, un horno de microondas y un refrigerador, también se le acondicionaron tablones en las rejas para que no se pueda ver hacia el interior. Su defensor dice que “se le ha tratado como un interno más”, lo que contrasta con lo que una esposa de un recluso contó a Crónica: “Mi esposo tiene que dormir con más de diez en una sola celda”. Alejandro Encinas, secretario de gobierno capitalino, rechazó que Bejarano gozara de privilegio alguno; sin embargo, un día después de que Crónica y Reforma publicaran fotos de la celda, Aureliano Buzoianou presentó su renuncia como director del reclusorio. Cuestionado Encinas sobre esta renuncia, comentó que nada tenía que ver con Bejarano sino que “ya había cumplido su ciclo”. Cosa extraña si pensamos que llevaba apenas siete meses en el cargo. Al “Tío Bejarano” se le cuida, se le protege, quizá hasta lleguen pronto a absolverlo. No me extrañaría verlo dado que la historia da piruetas muy extrañas como flamante Jefe de Gobierno en un país presidido por “El Peje”. –
Sonrisas inquietantes ¿o inquietudes sonrientes?
Una celebración de la nueva antología de cuentos de Ana García Bergua.
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