La literatura especulativa, los experimentos narrativos, las rupturas temporales, todo el arsenal de la literatura de la modernidad tardía se han vuelto cada vez más infrecuentes en nuestras letras. Un realismo ramplón, kitsch, lineal e ineficaz, a veces tremendista, casi siempre aburrido y a menudo francamente cursi, es el signo distintivo de la narrativa mexicana actual. Es como si la fragmentariedad de Pedro Páramo o Morirás lejos, la prosa obsesiva de Salvador Elizondo o el fuerte erotismo de Juan García Ponce jamás hubieran existido. Encerrada en una suerte de círculo vicioso donde la falsificación literaria se erige en canon, la narrativa mexicana actual parece haberse olvidado de la existencia de Kafka, Joyce, Beckett, Gombrowicz o Bernhard. Sometida a una industria editorial cuyo signo es el de la literatura chatarra, la literatura mexicana actual salvo en casos muy excepcionales se ha sumergido en la estupidez estética: florilegios narrativos disfrazados de falsa prosa poética, cuentitos de relleno para suplementos literarios, novelitas de café barato escritas para el elogio de una crítica mercenaria cuya apoteosis es aparición en las listas de los más vendidos y su conversión final en materia de tesis universitaria. La sumisión a esta poética del mercado, antes que a una estética propia, a una exploración de los demonios y milagros del autor y de nuestra era, es lo que define la literatura mexicana de principios del siglo XXI. Y quien se sienta aludido que levante la mano y deje de leer.
En este sentido El plan Schreber, de Sergio González Rodríguez, es una apuesta por una literatura de búsqueda experimental, y de exploración de los demonios personales y colectivos, que deja atrás esa pesada linealidad de corte decimonónico que permea la narrativa mexicana actual. Ya desde el espléndido Triángulo imperfecto (Ediciones Era, 2003), que incluye “La noche oculta” junto a otros dos textos de largo aliento, “El momento preciso” y “Luna, Luna”, González Rodríguez dio muestras de los alcances de su propuesta narrativa. En este breve relato, a medio camino entre el cuento y la novela breve, González Rodríguez apunta hacia rutas escasamente exploradas en nuestra literatura, que se alejan del artefacto novelístico comercial y de los reglamentos del cuento en una forma narrativa híbrida que se lanza como una suerte de manifiesto.
Tomando como pretexto las Memorias de un enfermo de nervios de Daniel Paul Schreber, ese libro inclasificable estudiado desde diversas ópticas por Freud, Canetti y Calasso, entre otros, y cuya premisa básica es la paranoia en torno a la transexualidad de la humanidad entera, Sergio González Rodríguez, en su Plan Schreber, construye un rompecabezas narrativo ubicado en tres tiempos.
Abandonando el texto lineal y recombinando subgéneros como la ciencia ficción, el relato policial y la literatura fantástica, El plan Schreber se las arregla para deconstruir algunos de los fantasmas que recorren nuestro tiempo: la violencia brutal contra las mujeres, la pornografía infantil, el totalitarismo evidente de nuestro entorno global que lo emparienta, en el plano temático, con autores como Ballard o William Burroughs y, en el plano estilístico, con los Siete pecados capitales de Milorad Pavic (Sexto Piso, 2003). Narración eficaz que rompe el tiempo y lo fragmenta, imágenes que adquieren la velocidad de la luz, surgidas de una poética oscura y libérrima que tanta falta hace en nuestras letras. Prosa precisa y alucinante, de una especie de Raymond Chandler metido en un rave, viajando en éxtasis filmado por David Lynch.
Cabe mencionar la edición de El plan Schreber, que incluye un DVD con imágenes que aluden o fortalecen la atmósfera opresiva del texto, y que proponen una manera polimorfa de la percepción de lo literario mucho más acorde con el tiempo despedazado que habitamos, sumergidos entre las redes informáticas, la miseria cotidiana, el mundo de la publicidad y la paranoia política que nos envuelve en su matriz totalitaria. Sergio González Rodríguez sabe que habitamos el simulacro póstumo de un apocalipsis para siempre postergado. –
Sergio González Rodríguez, El plan Schreber, libro y DVD, México, Transplugged, 2004, 54 pp., 880.6 MB de imagen y música (Luis Enrique López, Paola Tinoco García, Francisco Lucas Ortigoza, Guillermo Clemente Ruiz, Andrés Almeida, María Teresa Gamboa), Serie “Byblodisc”, 1
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