Todavía no sé qué me propongo cuando escribo. Discúlpenme, pero hasta hoy ése es el resultado de mis pesquisas. Más bien diría que lo único que sé es lo que no quiero. Sí, de eso estoy seguro, o casi, aunque quizás no deberían hacerme ustedes mucho caso, pues cambio a menudo de opinión. Sé que la escritura no es un mal método para enterarme de cómo son los demás, pues escribir consiste tal vez en sentir compasión por ellos, en quererlos, en admirarlos de verdad y en celebrar sus aciertos. Puede que escribir consista en eso. Pero seguramente para conocer a mis contemporáneos prefiero la conversación y, sobre todo, la mirada. La mirada dice mucho. Mirar, tocar, oler a las personas es inventar de inmediato personajes. Mirar es escribir o, si quieren ustedes, escribir es mirar. Tampoco quiero, escribiendo, conocerme a mí mismo, pues con ello no descubriría más que manías. Además, me intereso poco. Y como me horroriza el éxito tanto como haber perdido el tiempo delante de una página en blanco, creo que puedo llegar a la conclusión de que debería dejar de escribir antes de que sea demasiado tarde, porque, a diferencia de Borges, yo todavía ignoro si mi destino ha de ser literario. O, mejor aún, ya sé, podría seguir escribiendo, pues ésa es una costumbre que cuesta mucho abandonar, y guardarlo todo hasta el día anterior a mi muerte. Así acabaría encontrando en la literatura el bálsamo para todos mis desconciertos, pues les aseguro que de este mundo apenas he conseguido aún entender nada. Quizás por eso use la literatura para ver cómo son los otros y, a la vez, cómo soy yo mismo. ¿No les dije? Ya he vuelto a cambiar de opinión. Pero, ¿es que acaso no es ese el fundamento de la novela, dudar, opinar siempre de dos maneras distintas, principio de todo debate? ¿Acaso una novela no empieza cuando uno dice sí y otro dice no? –
El pase automático ataca de nuevo
El pliego petitorio (por llamarle de algún modo) del CGH Consejo General de Huelga (por de algún modo llamarle), que hasta hoy 10 de noviembre tiene secuestrada a la…
El agua grande
El río está dentro de nosotros… T. S. Eliot El agua grande fue escrita en el año 2000, cuando trabajaba en Nueva York. La fui redactando a partir de notas manuscritas que llevaba de…
Rafael Soto: El cuadrado y la ilusión
El Marco de Monterrey presenta hasta el mes de octubre de 2000 una gran retrospectiva del pintor venezolano Rafael Soto, cuyo principal empeño artístico es el de crear la…
Televisión sin competencia
¿Por qué el establecimiento de una tercera cadena de televisión parece destinado al fracaso?
RELACIONADAS
NOTAS AL PIE
AUTORES