Las voces de vendedores de alegrías, cacahuates garapiñados y cedes de variedades musicales, el sonido metálico del metro que se desliza y los murmullos de la gente que sube y baja en Tepalcates, Acatitla o Los Reyes penetraron las tapas del libro. Esta, pues, es una crónica de imágenes y sonidos de la única línea que sufrió daños en el temblor del 20 de marzo. Un día después de mi recorrido dos estaciones de la línea –Peñón Viejo y Acatitla– se suspendieron por medio día y fueron sustituidos más de cien metros de rieles. Cualquier desliz del encuadre debe adjudicarse a ese hecho. O no.
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