Apagón de credibilidad

El apagón no va de renovables contra nucleares; sí de renovables a toda velocidad y a costa de lo que sea, incluido achatarrar paisajes sensibles de España, como el Maestrazgo turolense.
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Cuando se cumple un mes del apagón, el Gobierno ya sabe al menos las provincias donde empezó el problema, aunque todavía no el porqué. Se nos ha dicho que hace falta analizar miles de datos para saber la respuesta y lo más delicado: la derivada de las responsabilidades y las enormes indemnizaciones que llevarán aparejadas.  

Entre tanto, los españoles hemos aprendido algunas cosas sobre uno de los pilares de la vida contemporánea que, pese a ser la fuente de la luz, si algo le caracteriza es la oscuridad. Con sus intervenciones, el presidente del Gobierno no ha contribuido precisamente a la claridad.

Pedro Sánchez ha enfocado esta crisis como un debate entre los que defienden las energías renovables, las de los buenos, y los que apuestan por las nucleares, la de los megarricos. A estas alturas, nadie medianamente informado puede estar contra las renovables, que han rebajado las facturas de todos, dan soberanía energética y no emiten CO2. Pero los ciudadanos también saben que los propietarios de unas y otras son los mismos: las grandes corporaciones energéticas que antes construían nucleares, pantanos, térmicas y plantas de ciclo combinado y ahora alicatan España con placas fotovoltaicas y aerogeneradores. 

Y lo han hecho, en el pasado y en el presente, de acuerdo con las políticas de los gobiernos correspondientes. En el actual, con una apuesta decidida y rápida por las renovables, dejando de lado las cautelas que el cambio del mix energético requería para evitar el fundido a negro sufrido por España el pasado día 28 de abril. 

En estos días de falta de luces oficiales, los muchos expertos que han salido a la palestra –de distinta formación técnica y posición política– han dado abundantes explicaciones sobre cómo la entrada de las renovables en la línea, especialmente la fotovoltaica, en este momento de su desarrollo económico-tecnológico, conlleva inestabilidades que deben compensarse con las otras energías de suministro más firme. De hecho, así se aplica tras recuperarnos del apagón. También, que ese vertiginoso crecimiento exige un mayor desarrollo de las redes. 

Velocidad frente a seguridad

Los que hemos visto crecer en las puertas de nuestras casas el espectacular cambio operado en España somos testigos de que ha interesado más el objetivo final que la ponderación y la seguridad en los procesos, donde ha abundado la discrecionalidad y se ha puesto de nuevo a los territorios más despoblados al servicio de los más ricos. 

En su aterrizaje en Aragón, desde el Gobierno de Javier Lambán se facilitó el troceamiento de los parques de renovables para que no superan los 50 megawatios y las autorizaciones medioambientales fueran de gestión autonómica, cuando los parques son colindantes y suman centenares de megawatios. Tal y como ha explicado el decano de los ingenieros de caminos de Aragón, es como si las declaraciones de impacto ambiental de una autopista se hicieran en tramos de cinco kilómetros y no por la autopista entera.

Así, las zonas más despobladas de Aragón acogen miles de aerogeneradores, a cuyos pies están creciendo ahora hectáreas de placas fotovoltaicas, salvo en aquellos municipios que se están defendiendo. No deja de ser curioso que uno de ellos sea Ejea de los Caballeros, el pueblo del expresidente, que ha cambiado el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) para que los parques tengan un máximo de 3 megawatios y se instalen sobre suelo industrial. O sea, para autoconsumo de verdad o pagando el precio de lo que verdaderamente es un parque de renovables: una industria. Solo en una franja del 8% del término, y con severas condiciones, podrán instalarse.    

Mientras Ejea se preserva, se ha permitido la desprotección de los pueblos y montes del Maestrazgo, sobre el que se cierne el mayor complejo de renovables de España, ahora en manos de CIP, una empresa danesa. En este caso, dado el volumen, la autorización fue del Consejo de Ministros, que en julio de 2024 autorizaba el Clúster del Maestrazgo, con sus 20 parques eólicos de 122 aerogeneradores de 200 metros de altura, más dos fotovoltaicos, y las pistas de comunicación y tendidos de evacuación. Ocupa casi mil hectáreas de unos parajes privilegiados, dentro del Geoparque del Maestrazgo, de especial riqueza de fauna y flora y con núcleos urbanos de singular belleza arquitectónica y natural. De hecho, casi la mitad de los pueblos incluidos son Bien de Interés Cultural: Cantavieja, Castellote, Fortanete, La Iglesuela, Mirambel, Miravete y Villarroya de los Pinares. Varios de ellos han sido escenarios de cine por la conservación de sus casilicios y parajes.  En el caso de Mirambel, hace treinta años fue uno de los escenarios de Tierra y libertad, de Ken Loach, y uno de sus valores fue la gran restauración y mantenimiento del entorno, como han recordado en el cumpleaños del estreno.   

El atropello al Maestrazgo en nombre del medio ambiente

Además de tener varias denuncias en los juzgados, diez entidades científicas dedicadas al medio natural y el territorio se acaban de dirigir a la ministra Aagesen para mostrarle su preocupación por el impacto que este proyecto tendrá sobre el paisaje, la biodiversidad y el patrimonio geológico de esa región. Pero ahí no se quiere mirar, mientras, el secretario de Estado del Ministerio de Medio Ambiente, Hugo Morán, se acaba de interesar por los pinos a los que pueda afectar la ampliación del Parque de Atracciones de Zaragoza. ¿Qué tendrán estos pinos que no tiene el paisaje del Maestrazgo?  

Fruto de esa política, y como tantas veces se ha repetido, Aragón es una de las Comunidades autónomas que más energía renovable genera y exporta. Cueste lo que cueste. El PP, que usó electoralmente el modo de desplegarse en Aragón y, una vez en el poder, promovió y celebró una Comisión de Investigación en las Cortes, no ha dudado en subirse al carro de las oportunidades derivadas de tener en casa el codiciado enchufe de nuestra electrointesiva vida. Tanto que sigue sin concretar el mapa de ordenación de la instalación de renovables en Aragón que prometió y que fue una de las principales prescripciones de dicha Comisión.  

El PP ha dicho ‘no’ a instalar placas en los pantanos del Pirineo por su colisión con el turismo, pero elude hablar de otros espacios sensibles, como Albarracín, el Matarraña, el Moncayo o el Maestrazgo, con las mismas contradicciones. Tampoco cuestiona el derecho preferente de los promotores de parques, casi siempre impulsados por ‘megarricos’, en lenguaje de Sánchez, o de conseguidores que luego hacen fortunas revendiendo las licencias. Así, hace unas pocas semanas, ha sido la Justicia de Aragón, Concepción Gimeno, la que ha reclamado al Gobierno autonómico ese mapa ante la súplica de los vecinos del pueblo turolense de Cosa (62 habitantes), sobre cuyo municipio hay pintados seis proyectos que ocuparían el 80% del término municipal. En el momento en que estos proyectos obtienen la declaración de ‘utilidad pública’ –hay que recordarlo para entender cómo se sienten muchos particulares–, tienen preferencia sobre cualquier otro uso, en la primera vez que el Estado ha dado ese privilegio a empresas privadas.  

Más conexiones para que la energía se consuma en Aragón 

Mientras llega el mapa, el presidente aragonés Jorge Azcón pide más conexiones para aprovechar in situ la energía presente y futura y que la energía que se genere en Aragón al menos se aproveche en la Comunidad, un planteamiento que suma mayorías, con el añadido de que ser grandes generadores vaya ligado a la conexión eléctrica con Francia –soterrada– y a la ansiada apertura del ferrocarril por el Pirineo central.  

Pero eso no evita las críticas a la desmesura de algunos proyectos como el del Maestrazgo y que surjan suspicacias derivadas de la masiva llegada de centros de datos a Aragón y la fórmula administrativa para acogerlos, los PIGAs. Esta figura, Plan de Interés General de Aragón, permite acelerar las tramitaciones y las autorizaciones son supramunicipales, pero hurtan información a los ciudadanos sobre las ventajas que consiguen las empresas, en este caso, por su alta demanda de energía presente y futura, la incertidumbre en concesiones de agua y el poco empleo directo que generan. 

El Gobierno de Lambán presumió al final de sus ocho años de Gobierno de haber impulsado con esa figura 48 proyectos y el de Azcón, en apenas dos años, ya suma 34.   

Con esta urdimbre, que Sánchez diga que el debate sobre el apagón es entre los favorables a unas energías u otras es más que falaz. Una parte de la energía generada en Aragón estaba destinada a ir a Cataluña a través de líneas de alta tensión que fueron rechazadas en los pueblos de Tarragona por los que pasaba. En la misma semana del febrero en la que el BOE publicaba que decaía la MAT de Teruel a Barcelona por las presiones de sus aliados de ERC y Junts, en el Congreso de los diputados entraba una petición de Junts y PP para pedir la prórroga de las nucleares, un debate que cada día sube de volumen y que Sánchez acabará concediendo porque el 56% de la energía que se consume hoy en Cataluña procede de las nucleares y se carece del tiempo necesario para sustituirla en el plazo previsto. 

¿Horizonte nuclear? 

Por cierto, el directivo que convirtió Virginia en la meca de los centros de datos de Estados Unidos, Buddy Rize, y que protagonizó este mes de mayo una jornada en Mobility City en Zaragoza, explicó las ventajas que esa industria había proporcionado a este estado norteamericano en actividad y población. También afirmó que, en diez años, la energía de esos centros, críticos para la economía actual y del futuro, será nuclear. Como lo es la que vendrá de Francia en esa reclamada mejora de conexión y que la ministra Ribera, tan integrista cuando era vicepresidenta en España, aceptó como verde para acceder a su puesto de Comisaria europea.  

De vuelta al apagón, ha quedado en evidencia que el crecimiento de las renovables debería haber sido paralelo al desarrollo de las redes y las conexiones necesarias. También, que requería haberlo abordado con un mapa más equilibrado entre los que producen y los que consumen y desde un desarrollo armónico de sectores afectados y el respeto a espacios sensibles.

En este acelerado proceso, una cosa es qué hagan con sus latifundios los grandes terratenientes del sur, que se han encontrado con rentas opíparas, sin jornaleros ni obligaciones de la PAC, y otra, qué estamos haciendo en sitios como los olivares de Jaén o la ribera derecha del Ebro, ahora llena de hectáreas de fotovoltaicas, tal y como se puede ver en Google Maps, donde se cercena la agricultura y el Mar de Aragón lo es de placas. También, que en lugares privilegiados como el Maestrazgo no se aboque a sus alcaldes al espejismo de unos ingresos ahora importantes, pero contrarios a su naturaleza y a su futuro.  

Desde luego, lo que hay pintado sobre sus montes no puede hacerse en nombre del medio ambiente para que al final se acabe aceptando nucleares. Demasiados creyentes y cargos de partido para un mundo tan complejo y devorador insaciable de energía.


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